«Muchacha de divina voz que arrulla como un canto de sirena, pero que no da la cara que tiene de yegua infernal. Enamora con su arrullo a los hombres que andan por solitarios caminos. Tiene la muerte en los labios y mata besando. Alguien la ha visto bañarse en el río y peinarse las crines con una rasqueta de oro».